Una vuelta a la infancia las loncheras venezolanas que marcaron época

Una vuelta a la infancia: las loncheras venezolanas que marcaron época

Si fuiste niño en Venezuela, seguro recuerdas ese momento sagrado entre las 9 y las 10 de la mañana cuando la maestra decía “guarden los cuadernos que es hora del recreo”. Y más allá del descanso, el recreo significaba una sola cosa: ¡la lonchera! Ese pequeño bolso lleno de sabor y cariño que nuestras madres, abuelas o tías preparaban con esmero antes de que saliéramos a clase.

La lonchera no era solo un envase, era una declaración de amor en forma de pancito, juguito y galletas. Era la forma más directa de decir “cuídate, aliméntate bien y piensa en mí aunque estés lejos”. Hoy, cuando muchos de nosotros vivimos fuera de Venezuela, ese recuerdo se vuelve más valioso, porque las loncheras también llevaban el sabor de un país que se quedaba en la infancia, pero nos acompaña para siempre.

LO QUE HABÍA EN UNA LONCHERA VENEZOLANA DE LOS 80 Y 90

En esa época en la que los teteros eran de vidrio y las loncheras de metal o plástico duro con dibujos de Candy Candy, Mazinger Z o el Chapulín Colorado, lo que importaba realmente era el contenido:

  • Pancito con mantequilla y queso rallado: No había nada más sabroso que ese pancito suave, a veces de sándwich, otras de hamburguesa, lleno de mantequilla fría y un poco de queso blanco rallado que se pegaba al plástico.

  • Juguito en bolsita: El famoso Yukery o los jugos caseros en botellitas recicladas. De guayaba, de parchita o de naranja. Azúcar y agua con cariño.

  • Galletas María o Galletas Rika: Dulces, suaves y perfectas para el remate. También estaban las famosas chocolaticas Savoy, si era un día especial.

  • Empanadas pequeñas o pastelitos: Algunos niños afortunados llevaban empanaditas caseras o pastelitos horneados con jamón y queso, que eran la envidia de todos.

  • Cambures, mandarinas o fresas con azúcar: Siempre había una fruta. Y si eran fresas con azúcar, seguro eras el favorito de la maestra ese día.

LAS LONCHERAS NO ERAN IGUALES PARA TODOS, PERO TODAS LLEVABAN CARIÑO

Había loncheras modestas y otras más completas. Pero ninguna estaba vacía de afecto. Lo que muchas veces no se sabía era el esfuerzo detrás: mamás que se levantaban antes de que amaneciera, que con lo poco que había armaban una lonchera decente, que hacían magia con tres ingredientes.

En algunas casas, la lonchera era compartida entre hermanos. En otras, era todo un evento familiar. Lo cierto es que ese bocadito a media mañana nos llenaba el estómago, pero también nos hacía sentir cuidados, acompañados.

¿Y QUÉ PASABA CUANDO OLVIDABAS LA LONCHERA?

Ahí sí era un drama. No había nada más triste que abrir el morral y ver que no estaba. Pero la solidaridad venezolana nunca fallaba. Siempre había un compañerito dispuesto a compartir su juguito o darte la mitad de su pan. Porque así éramos, y así seguimos siendo: solidarios, sabrosos, cariñosos.

CUANDO EL TIEMPO PASA, EL SABOR SE QUEDA

Hoy, muchos de nosotros preparamos las loncheras para nuestros hijos en otros países. Les ponemos pan con jamón, yogurt, galletas o frutas. Pero algo en nosotros busca replicar el sabor de aquellas loncheras venezolanas. Aunque el jugo ahora venga en caja orgánica y el pan sea integral, la intención es la misma.

Y para quienes no tienen tiempo de prepararlas, PANNA se convierte en una opción sabrosa y cercana. Porque un pastelito bien hecho o un cachito calientico a media mañana puede ser ese pedazo de Venezuela que necesitamos para seguir con fuerza el resto del día.

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¿Te dio nostalgia?

Te esperamos en cualquiera de nuestras sedes de PANNA para que revivas esos sabores de lonchera: pastelitos, cachitos, pancitos rellenos y juguitos que saben a infancia.

Porque la comida también es memoria. Y en PANNA, sabemos cómo prepararla.

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