Palabras que se comen el diccionario no oficial de la gastronomía venezolana

Palabras que se comen: el diccionario no oficial de la gastronomía venezolana

La cocina venezolana no solo se come; también se habla.

Hay una forma muy nuestra de nombrar las cosas, de bautizar sabores, de describir lo que pasa en la mesa.

Y aunque no esté en ningún diccionario oficial, ese lenguaje gastronómico es parte de lo que somos.

Porque en Venezuela no se pide una empanada con queso, se pide “una empanadita de queso bien tostadita, y déjame el pote de guasacaca aquí cerquita”.

Y no se come arepa, se pide “una con jamón y queso’e mano, pero me le sacas la masa y ponle bastante mantequilla”.

Estas expresiones no solo nos hacen sonreír al recordarlas o nos hacen identificarnos, también nos avisan que nuestra gastronomía está viva, en constante evolución, moldeada por el humor, la cotidianidad y esa manera tan particular que tenemos los venezolanos de contar la vida.

DE LA COCINA AL LENGUAJE: CUANDO EL HABLA SE LLENA DE SABOR

Muchos de los términos que usamos al hablar de comida son propios de nuestra cultura y no tienen traducción directa en otros países.

¿Cómo explicas qué es una arepita e’ huevo, un tumbarrancho, un palo a pique, una sopa levanta muertos o un rompecolchón, sin entrar en toda una historia?

¿Cómo participas en una discusión, sobre si las caraotas con azúcar en el pabellón son un sacrilegio o una ricura, sin ser venezolano?

¿Cómo le transmites a uno que no tenga el corazón tricolor con siete estrellas, esa certeza de que la mejor hallaca es la de tu mamá?

Nuestro idioma está sazonado.

Y entre salsas, fritangas, rellenos y guarniciones, también hay mucha poesía en lo que decimos.

Porque una cosa es pedir arroz con pollo… y otra muy distinta es comerse un arrocito con su pollito guisado, bien jugosito y con caraotas al lado.

ALGUNAS PALABRAS QUE SOLO UN VENEZOLANO SABE SABOREAR

Aquí va una pequeña selección de ese “diccionario” sabroso que todos llevamos por dentro:

  • Guayoyo: un cafecito de esos que cae como un bálsamo amoroso en nuestro estómago, sustituto de cualquier otra bebida vespertina y más efectivo que la siesta española.
  • Guisito: cualquier preparación casera con mucho cariño. Puede ser carne, pollo o lo que haya, pero siempre, SIEMPRE, con su sofrito con ají dulce.
  • Levantamuerto: se usa para referirse a sopas poderosas, caldos tan variados como el mondongo, el sancocho, la pizca o el caldito que hace tu mamá cuando tienes gripe. Su reputación como cura de resacas es legendaria.
  • Ajicito: ese toque intenso, potente y un poquito picante que no puede faltar en empanadas, arepas, sancochos, asados… ¡y hasta en la sopa!
  • Reina pepiada: más que un nombre, es una historia. Nuestra arepa coronada con pollo, aguacate y mayonesa, bautizada en honor a una Miss Mundo.
  • Guarapo: cualquier bebida refrescante, dulce y casera. De caña, de papelón con limón o lo que haya en la casa.
  • Conflé: esas hojuelas de maíz que llenaron los desayunos de nuestra infancia, bañadas en leche bien fría y con un camburcito picado en trozos.
  • Peroles: cualquier objeto de la cocina que sirva para cocinar, remover, guardar, almacenar, todas esas cosas ricas que salen de nuestras cocinas (en realidad aplicable a cualquier objeto del universo!)

Y podríamos seguir: morrocoyado, sancochao, empastelao, revoltillo, mareado en salsa, plato navideño con su vaina completa… El punto es que nuestra forma de hablar de comida es tan rica como la comida misma.

CUANDO LA PALABRA TE DA HAMBRE

Este diccionario sabroso no es solo un reflejo de lo que comemos, sino de cómo lo vivimos.

Cada término, cada expresión, está cargada de historia, de costumbre, de una forma muy nuestra de ver la mesa: como un lugar de encuentro, de familia, de compartir sin medida.

La comida venezolana no se limita al plato: vive en las palabras, en los cuentos de la abuela, en la voz del vendedor de empanadas que grita ¡calienticas y recién salidas!, en la conversación con los panas mientras se espera el sancocho, en la nostalgia del que está lejos y se le hace un nudo en la garganta al recordar un arrocito con leche como el de mamá.

¿TE FALTA UNA PALABRA? VEN A PANNA Y PONLE SABOR

En PANNA no solo cocinamos con ingredientes, también cocinamos con memoria, con costumbre, con identidad.

Por eso, cuando vienes a nuestras tiendas en Miami, no solo te comes una empanada, una arepa, un pabellón o te tomas una chicha, en realidad te comes y te bebes un pedacito de ese idioma sabroso que nos une a todos los venezolanos.

Te invitamos a visitar PANNA, a saborear nuestras arepas, empanadas, tequeños y cachapas y a recordar que aquí, más que comida venezolana, servimos historias que se cuentan con el paladar.

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