Caracas se lleva siempre en el alma y se recuerda por sus colores, sus paisajes, la extensa gama de emociones que nos hacía vivir y también se recuerda por lo que se comía.
Por esos platos que marcaron generaciones, por los restaurantes que fueron punto de encuentro de familias, amigos y amores.
Y no hablamos solo de comida, sino de vivencias.
De mesas con manteles de tela, de paneras con pan tostado y mantequilla, de mesoneros con chaqueta blanca que conocían el nombre de los comensales.
En esa Caracas que hoy vive en la memoria, salir a comer era un ritual, un plan completo, un pequeño lujo cotidiano.
Y si cerramos los ojos, aún podemos saborear ese pasado que nos enseñó que comer bien también era una forma de quererse.
Hoy queremos hacer un recorrido por aquellos restaurantes que marcaron una época en Caracas.
Esos que, aunque muchos ya no están, siguen vivos en la memoria de quienes los frecuentaron.
Son los sabores que nos formaron el gusto, los lugares donde celebramos cumpleaños, aniversarios o simplemente una buena noticia.
LOS CLÁSICOS QUE SE GANARON UN LUGAR EN LA HISTORIA
El Tropezón
Ubicado en Los Chaguaramos, El Tropezón comenzó como una arepera, pero terminó convertido en uno de los lugares más concurridos de la ciudad para comer buena comida criolla a cualquier hora.
Era el sitio perfecto para los trasnochadores, con ese menú que iba desde unas caraotas con queso hasta un mondongo bien montado.
Muchos recuerdan con cariño su ambiente relajado, su música en vivo y la certeza de que ahí siempre se comía sabroso.
Montmartre
Este rincón de Baruta ofrecía una propuesta de cocina francesa en un ambiente bohemio y muy íntimo. Fue durante mucho tiempo uno de los favoritos para cenas románticas y celebraciones especiales. Su carta era pequeña, pero cuidada al detalle. Un lugar donde se aprendía que la gastronomía podía ser arte.
Bar Basque
En La Candelaria, este restaurante rendía tributo a la cocina vasca. Era una tasca auténtica, con platos abundantes, vinos bien seleccionados y una clientela fiel. Su barra era un sitio de encuentro para hablar de fútbol, política y buena comida. Allí se comía el mejor bacalao a la vizcaína de toda Caracas.
La Fonda de las Mercedes
Entre los restaurantes más emblemáticos de Las Mercedes, La Fonda destacaba por su cocina criolla elevada a otro nivel. Su ambiente era familiar y tradicional, y sus platos, de esos que sabían como en casa. Fue uno de los primeros en ponerle mimo a lo nuestro, antes de que eso fuera tendencia.
Aventino
Un clásico de la cocina italiana en el este de la ciudad. Elegante, sobrio y con un menú que iba desde unos antipastos impecables hasta pastas frescas hechas en casa. Aventino era sinónimo de calidad y buen servicio. Era común ver mesas con empresarios, familias y parejas celebrando.
El Gazebo
Con ese estilo campestre y romántico, El Gazebo era ideal para almuerzos especiales. Su arquitectura y jardín lo hacían parecer salido de otro tiempo, y su carta combinaba platos de autor con guiños a la cocina internacional. Fue uno de los lugares favoritos para pedir matrimonio, hacer un brindis o simplemente escapar del ruido caraqueño.
La Belle Époque
En el corazón de Caracas, este restaurante hacía honor a su nombre con un ambiente elegante, decorado al estilo parisino. La música de fondo, la luz tenue y los platos refinados lo convirtieron en el escenario de muchas noches inolvidables. Cada detalle estaba cuidado, desde la carta hasta la vajilla.
Le Coq D’Or
Un clásico de la cocina francesa en Venezuela. Era uno de esos sitios que impresionaba desde la entrada. Sus platos eran un homenaje a la tradición culinaria gala, pero siempre con un guiño venezolano. Fue punto de encuentro para los amantes de la buena cocina y los placeres más exquisitos.
La Bussola
Sabana Grande tuvo en La Bussola uno de sus restaurantes más icónicos. Techos que simulaban un cielo estrellado y un baño de caballeros que aún se recuerda como uno de los más curiosos de Caracas. La comida era italiana de primera línea y el servicio, impecable. Era un lugar para impresionar.
Da Guido
Una de las trattorias más queridas por los caraqueños. Con platos sencillos pero con alma, como los que haría una nonna en su casa. Su fama creció por sus pastas caseras, sus porciones generosas y un ambiente relajado pero elegante. Aquí se iba a disfrutar sin apuros.
Il Romanaccio
Fiel a su nombre, era un templo de la cocina romana. Con recetas auténticas, atención cercana y sabores que hacían viajar sin moverse de Caracas. Un sitio para los amantes del buen comer, que no necesitaban nada más que un plato de pasta y una buena copa de vino.
Tarzilandia
Uno de los lugares más divertidos para ir con niños (y no tan niños). Su ambientación de selva, sus platos abundantes y su propuesta única lo convirtieron en parada obligatoria para cumpleaños y celebraciones familiares. Era más que un restaurante, era una aventura gastronómica.
El Alazán
Cuna del buen corte de carne en Caracas. Su parrilla era legendaria, y el lugar tenía ese aire de sofisticación sin pretensiones. Era el restaurante al que se iba a celebrar logros importantes, a cerrar negocios o simplemente a disfrutar de un buen lomo con papas.
El Pozo Canario
Especializado en cocina canaria, este restaurante ofrecía una experiencia distinta, con sabores que no se encontraban en otros sitios. Gofio, pescados frescos, papas arrugadas con mojo. Fue un rincón de Canarias en plena Caracas, con una clientela fiel que lo adoraba.
El 15 Letras
Famoso por su música en vivo y sus platos criollos con ese toque casero que se agradece. Era un sitio de encuentro para bohemios, músicos y amantes de la buena mesa. Su ambiente era informal pero acogedor, y su carta no defraudaba.
Y COMO OLVIDAR…
Al Vecchio Molino
En Sabana Grande, este restaurante ofrecía pastas caseras y un ambiente acogedor. Era elegante, pero sin pretensiones. Uno de esos sitios que se ganaban el corazón por su constancia y por saber siempre a lo mismo: a bueno.
La Vía Appia y La Strada del Sole
Dos joyas de la comida italiana en Caracas. Cada una con su estilo, su clientela y su encanto. Fueron referentes durante años para quienes buscaban una experiencia más allá del plato.
Pollos Riviera
Un clásico de Las Mercedes. Nada como un buen pollo a la brasa en ese ambiente popular pero con alma. Rápido, sabroso, perfecto para almuerzos de domingo o cenas sin complicaciones. Un lugar donde el sabor era lo más importante.
LA MESA QUE NUNCA SE OLVIDA
Recordar estos restaurantes es volver a saborear la Caracas que fue. Esa ciudad vibrante, diversa y generosa en su oferta gastronómica. Una ciudad donde cada barrio tenía su sitio favorito, y cada restaurante, su historia.
Y aunque muchos de esos lugares ya no existan, la memoria permanece. En cada conversación, en cada anécdota, en cada plato que hoy nos conecta con ese ayer lleno de sabor.
EN PANNA, LA NOSTALGIA TIENE SABOR A CASA
En PANNA lo sabemos. Por eso trabajamos cada día para ofrecer un lugar donde la comida sigue siendo un puente con nuestras raíces. Un espacio para reencontrarse, para celebrar, para recordar y también para seguir creando nuevas memorias.
Porque aunque Caracas haya cambiado, la necesidad de saborear lo que somos sigue intacta. Y aquí, en Miami, tenemos la dicha de seguir cocinando con el mismo cariño con el que se cocinaba en esos grandes restaurantes de antes.
Ven a PANNA. Aquí te esperamos, con la mesa servida y el corazón abierto.